Héctor Zúñiga fue mucho más que Amor de temporada

José Eduardo Mora, semanariou@gmail.com

Libro explora la vida del compositor desde diferentes puntos de vista y tiene la particularidad de incluir 34 canciones con sus respectivas partituras, lo que lo convierte en un documento valioso para los seguidores de la música popular costarricense.  En un afán por rescatar elementos dispersos de la vida y obra de Héctor Zúñiga Rovira, el libro Más allá de amor de temporada, recoge canciones y diferentes puntos de vista sobre el compositor que siempre tuvo a Guanacaste como su referencia insoslayable, y a la que siempre volvía de manera literal o metafórica.

El texto fue publicado por la editorial de la Universidad Estatal a Distancia (EUNED) en 2023 producto de un esfuerzo de su compiladora, Patricia Salgado Muñoz, y de la Asociación para la Cultura de Liberia (ACL), que respaldó la iniciativa de principio a fin. El resultado es un volumen que viene a sistematizar zonas de la vida artística y personal de Zúñiga, dado que mucha información ha estado dispersa por muchos años.

El principal desafío que se plantea la autora es, precisamente, que se conozca más al Zúñiga compositor de muchas canciones y no solo de la más interpretada, así como el hecho de que el lector se acerque más al ser humano que anduvo por una gran variedad de sitios en su Guanacaste natal, gracias a su profesión de ingeniero agrónomo, lo que le permitió con el paso del tiempo convertirse en una especie de cronista de aquellas vidas y costrumbres con las que interactuó y que lo llevaron a profundizar en el alma de sus gentes.

Inteligente, sencillo y llano

El contacto con la naturaleza y con los diferentes pueblos en los que trabajó para el Banco Nacional en condición de “extensionista agrícola”, le abrió las puertas para ver la realidad de sus paisanos de cerca, para después trocarla en canciones y poemas que fue componiendo a lo largo de los años, aunque como se aclara en el texto, a Zúñiga no le preocupó nunca dejar por escrito sus creaciones.

Eso explica el hecho, también, de que a menudo le hacía variaciones a sus canciones, con base en la premisa de que eran suyas y, por lo tanto, tenía toda la potestada para agregarles o quitarles una estrofa, mientras interpreptaba la composición en
una actividad familiar o con amigos. Un hombre inteligente, sencillo y llano. Ese es el retrato que va surgiendo de Más allá de amor de temporada. Al incorporar una especie de mosaico de visiones sobre el compositor que, como lo acepta Salgado, era conocido sobre todo por Amor de temporada, lo que hizo que en vida y posterior a su muerte, el 25 de febrero de 1995, esa fuese la tónica predominante, y que se mantiene vigente hasta el día de hoy.

El desafío que se plantea el libro, entonces, pasa por acercar al lector a una valoración más integral respecto a Zúñiga, para quien la posteridad, se desprende de la forma en que asumía la vida, no tenía mucha relevancia. Lo que motivaba al compositor era tratar de recoger en sus canciones y poemas esa
mirada de lo que observaba, en especial, en el ámbito guanacasteco, aunque su producción no se pude cincunscribir solo a este espacio físico y cultural.

Salgado apunta en la introducción: “A pesar de haber compuesto muchas canciones, son conocidas por el público apenas unas pocas: ‘El huellón de la careta’, ‘El burro ‘e Chilo’, ‘Murciélago’ y, por supuesto ‘Amor de temporada’”. “En esta escasa difusión de su obra, debe haber influido la poca dedicación que él puso en dejar un registro de sus canciones, incluso las letras, y a que él no sabía escribir música. Componía acompañándose de su guitarra y en algunas ocasiones con sus silbidos”, puntualiza Salgado en el ya referido texto.

Inclusión de partituras de las canciones

 

“Cuando se sentía satisfecho con su canción, comenzaba a interpretarla una y otra vez, principalmente en grupos de familia y amistades. Como se sabía de memoria las letras, no veía necesario dejarlas por escrito. Cantaba por complacer a quienes se lo pedían, pero dejaba de cantar si la gente se ponía a conversar y no le escuchaban con atención, al cantarlas, muchas veces, hacía breves introducciones acerca de la canción comentado algunas palabras, algún giro de las letras”.

El aporte de Salgado como compiladora tiene un doble valor, porque además de la labor investigativa a la que apeló para armar el libro, ella era sobrina del compositor, por lo que lo trató y conoció muchos de los aspectos de su visión artística, así como la forma en que asumía la vida. “Desde mi adolescencia, colaboré con él para la adecuada difusión de su obra.

Me permitió grabarlo en casetes, cuando cantaba en reuniones familiares; además, transcribí muchas de las letras y trataba de verificarlas o corregirlas cuando lo volvía a escuchar. En varias ocasiones al escucharlo cantar alguna canción, noté que introducía algunas estrofas, que tal vez no había cantado antes. Al comentárselo, me contestaba: ‘de por sí, son mías’”.

El proyecto se ve reforzado con la inclusión de las partituras de las canciones escogidas –34—con el fin de que los músicos en particular y los interesados en los elementos técnicos De igual manera, como se apunta en el volumen, los interesados en escuchar las canciones de Zúñiga, tendrán acceso a 31 de las 34 incluidas en el texto, mediante el escaneo de un código QR que aparece en la página 75.

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