Raíces negras en la sangre guanacasteca: con ocasión del aniversario 199 de la Anexión del Partido de Nicoya

Por Elieth Montoya Gamboa. Educadora, escritora, empresaria

El Partido de Nicoya, unido voluntariamente a Costa Rica desde 1824, posee un pasado prehistórico e histórico de gran valor. Eso es innegable. Al igual que proporcionó una dote cultural invaluable al territorio que la adoptó.Montañas y llanuras, ríos, volcanes y valles, con asentamientos poblados por aborígenes llegados en migraciones de paso lento, desde el norte del continente. Así surge, también paso a paso, la Gran Nicoya. Chorortega mangue su estirpe y el náhuatl su lengua predominante.

Los inmensos dominios territoriales ,abarcaron desde Rivas de Nicaragua hasta el norte de Puntarenas.

Sembraron la herencia del maíz, ayotes y frijoles, para la posteridad, con un cúmulo de tradiciones ancestrales, adheridas a nuestra identidad guanacasteca.

Con el arribo de Juan de Cavallón y el Padre Estrada Rávago, en 1560, llegaron los primeros conquistadores y con ellos algunos esclavos de ascendencia africana por Nicoya. Empezó entonces a escucharse el canto de nuevos tambores y el son de la alegre marimba. Desde entonces y cada vez con más notoriedad, el asentamiento de población negra en las tierras de grandes haciendas de ganado, se dio paulatinamente.

Según registros históricos de Rubén Flores, en su tesis sobre la tenencia de la tierra en Abangares y tierras bajas de Cañas, la escasa mano de obra que se utilizó en el Período Colonial, fue de mulatos e indígenas.

En el caso de la Hacienda La Palma y La Culebra, los llamados cholos fueron la mano de obra utilizada manejando el ganado cimarrón.

Las inmigraciones de esclavos negros desde Angola y el Congo, especialmente, se dieron desde el siglo XVII, pues en el siglo XVI, cantidad de población aborigen había sido exportada a las minas del Perú, con su consecuente declive. El Obispo Morel de Santa Cruz, en su visita a la región en 1751, señala que la población predominante era mulata y que indígena mayoritariamente en Nicoya.

Así la región del actual Guanacaste, fue la zona por donde entraron las primeras personas africanas a este país, antes que al Caribe. Vocablos como bongo e instrumentos como la marimba y la música parrandera, son parte de lo que heredamos.

De la población indígena tenemos el innegable aporte cultural en distintos ámbitos, pero es justo que no se invisibilice esa sangre negra que también nos enriquece.

Mis ancestros maternos llegaron a Abangares procedentes de Bagaces, tierra de cholos y les dejo la foto de mi tía abuela Ramona Solórzano (segunda foto), que al igual que su abuela y sus hermanas, tenían esa innegable sangre que todos heredamos. La mezcla de la población indígena con la negra desde tiempos coloniales, dio como resultado al cholo guanacasteco. Valiosa herencia que nos enorgullece! Sus redes se extendieron por todo el territorio ancestral. El resto de nuevas mezclas, se dio de manera inevitable.

Sin duda, los negros originarios ha sido una población ignorada y vilipendiada durante siglos, pero ahora enaltecida porque nos da un valor innegable: herencia cultural más abundante y variada, del Guanacaste Eterno. Posterior a la Colonia, dos eventos históricos importantes definen la llegada de nuevos pobladores negros a Guanacaste esta vez desde el Caribe: el establecimiento de la Colonia Cubana dirigida por Antonio Maceo en la Península de Nicoya fundando La Mansión con cien familias, que se dedicaron al cultivo de la caña de azúcar, por acuerdo con el gobierno de José Joaquín Rodríguez. El otro caso fue el de Segundo Ciclo minero de Costa Rica en Abangares, cuando la compañía Abangares Gold Fields llevó negros con procedencia jamaiquina, para trabajar como capataces en los túneles, con el fin de evitar el robo de oro por parte de los mineros. Una oscura faceta de nuestra historia se produce, en un levantamiento minero contra los capataces negros, conocida como la Huelga de los Negros, en diciembre de 1911.

Aproximadamente catorce negros murieron en los enfrentamientos armados, (Las Minas de Abangares, Historia de Una Doble Explotación. Guillermo García, 1984, UCR.) y hasta hubo un Cementerio de los Negros, del cual queda solo el recuerdo en la zona de Los Filtros en La Sierra de Abangares. A las Minas, también llegaron mineros mulatos desde Honduras y Nicaragua. Fundaron familias en la zona muchos de ellos.

Por eso en este aniversario de la Anexión de nuestro territorio a Costa Rica, rendimos homenaje a esos descendientes de la población negra en: Emma Rodney, conocida como Emma Moraga, lavandera, hija de padre jamaiquino que trabajó en las minas, Ramona Solórzano, chola guanacasteca, víctima de la tuberculosis de la mina y a Ernesto Fennell, carpintero inmigrante de origen jamaiquino! A ellos en nombre de todos los que han enaltecido con sus esfuerzos, el proceso identitario del Guanacaste Eterno!

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