La historia de un pozo de agua en el Liceo de Santa Cruz, en el marco de la “Guerra Fría”

Por Saiden Vidaurre. Abogado, escritor líder político y comunal

Eran los aciagos años de principios de los 80s; dos fenómenos azotaban Centroamérica; uno político, éramos el último escenario de la “Guerra Fría” entre las superpotencias de entonces, Estados Unidos y la URSS… Y otro fenómeno climatológico nunca antes registrado con tal crudeza, hasta hoy.. (“el Niño”).

Una sequía sin precedentes hizo que murieran miles de miles de cabezas de ganado, la producción agrícola, se perdió el desempleo se disparó, y los efectos del ajuste económico de aquellos años, todavía no daba resultados. Para paliar sus efectos, el Gobierno de los EEUU, envió a Santa Cruz, equipo, maquinarias, y un grupo de ingenieros y personal especializados en cavar pozos… y así lo hicieron en muchos lugares.

El Presidente de entonces, D. Luis Alberto Monge, había designado como coordinador de esa labor, en Guanacaste; al Ing. Civil, D. Carlos Sandino, originario de Santa Cruz, quien fungía como enlace del Gobierno de la República. Aquel personal Estadounidense eran denominados, los “Sea Bees; no eran más que militares (marines) que instalaron sus carpas al costado norte del Antiguo Campo de Aterrizaje de Santa Cruz, donde hoy se ubica el” diamante ” del Baseball.

Resulta que una noche de aquel sequísimo invierno, mi padre, fiel asistente con su guitarra, al Bar ” El Guacalito” del don Ángel López, ubicado al costado sur de la Plaza del Barrio Buenos Aires, coincide ahí con el Ing. Sandino… ambos compartían una cercana amistad de años atrás, y su afición a la bohemia”; el canto era la pasión de ambos.

Un gringo bonachón

En la conversación sale a relucir el tema de la sequía, y las limitaciones que enfrentaba el Liceo Santa Cruz, para la disposición de agua. Ya mi madre (Bonnie Arredondo Calderón), como parte de la Junta Administrativa de ese Colegio, había conversado con mi padre respecto de ese tema. Ambos contertulios, don Carlos Sandino y mi papá, Julián Vidaurre Aiza, deciden invitar a ese Bar, al militar en Jefe de aquel comando. El hombre llegó un poco reacio, distante, pero, después de tres horas de farra, D. Carlos le plantea al gringo, el problema del Liceo…

El licor ya había hecho estragos en la mente de aquel “macho” ( rubio, para mis amigos de otros países ), quien se sintió en ambiente, alegre por las cantadas y quien al final resultó un bonachón, no acostumbrado al licor tico; y éste, decide ahí mismo,… como decimos los ticos: “sin mucho mate”,…. trasladar la maquinaria y su personal a cargo, al Liceo Santa Cruz, para excavar un pozo que dotara de agua a alumnos, profesores y personal administrativo…

Unas cuantas horas bastaron; a las seis de la mañana del día siguiente, el pozo estaba perforado; el gringuito no estaba presente, quizá afectado por el “gomón”. Don Lincoln Toalombo era el director del Liceo en ese entonces (aparece en la foto con la Junta Administrativa), abrió las instalaciones y permitió que las labores se desarrollaran normalmente.

Fue en su gestión que se obtuvo aquel beneficio que hoy sigue satisfaciendo necesidades. En tiempos actuales, ante tanta tramitomanía, dudo que eso hubiese sido posible. La guerra siguió su curso. Tenía como epicentro, Nicaragua, pero Santa Cruz fue sede de acontecimientos importantes. Un estratégico campo de aterrizaje entre Hatillo y Portegolpe, fue utilizado para el tráfico de armas. Parte de lo que unos pocos años después, generó una controversia mundial en lo que se llamó el caso “Irán Gate”, que involucró a personalidades como Ronald Reagan, Presidente de los EEUU, y al Coronel Oliver North….

La historia siguió su curso. Allá por 1987 se firma el Acuerdo de Paz de Esquipulas en Guatemala, que sentó las bases de la paz en Centroamérica; un proceso inconcluso, mientras no se atiendan las causas que dieron origen a las guerras. y, en 1989, cae el Muro de Berlín, y con ello formalmente acaba la Guerra Fría. Este es un ejemplo de cómo hechos de tal trascendencia, nos involucran muchas veces sin darnos cuenta. Moraleja: en el caso del pozo, “Vale más la amistad, que cualquier dinero”.

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