Contribución de un guanacasteco de cepa que ama su tierra

Por Solón Chavarría Aguilar. Médico, escritor, político y diplomático

Al analizar la historia de Guanacaste uno se encuentra con situaciones sumamente interesantes cargadas de: hechos (intercambios culturales), fenómenos naturales, anécdotas, alegrías, sueños, realidades, fantasías, política, diplomacia, bailes, canciones, comidas, poesía, humor, dolor, sudor y lágrimas.

Sus mares ríos, valles y montañas conforman un paraíso terrenal donde se dan cita el amor y la inspiración, por eso somos personas muy alegres, románticas y enamoradas. Nos encanta dar y recibir amor para hacer honor a los dioses: philos , eros, estorge o Agape como lo concebían las diferentes formas de amor los griegos en la antigüedad. Es por eso que en mi tierra santacruceña decimos cuando invitamos a alguien: llegá a mi casa porque allí hay amor, comodidad, zacate para la yegua y palo donde amarrarla.

Esto nos retrata de cuerpo entero: cuando decimos que en nuestra casa hay amor se lo demostramos apenas usted pasa el umbral de nuestro hogar porque toda la familia les está esperando para darle la bienvenida con sonrisas, saludos, apretón de manos y abrazos. Generalmente son
familias numerosas con lo cual se demuestra que íntimamente el dios Eros está presente. La comodidad se demuestra porque lo vamos a hacer sentirse muy cómodo, inclusive no es raro que la familia anfitriona le ofrezca la cama matrimonial para que usted duerma plácidamente. Con respecto al zacate para la yegua, eso hace referencia no sólo que va haber alimento para usted y compañía, sino para su medio de transporte que, en el pasado el equino era el favorito y ahora la gente llega en bus o en su propio vehículo pero el mensaje siempre tiene vigencia en el tanto les vamos a ofrecer alimentos de lo mejor de nuestra cocina criolla no teniendo cabida aquello: “de eso no me dé porque estoy a dieta”, “es que el azúcar en  la sangre”, “la presión alta”, “el colesterol”, nada de esas excusas valen, salvo que se arriesgue a que los anfitriones digan (cuchicheando).

“Esta visita es milindres, cutufista,delicuitis, entufao”. “Es mejor no volverla invitar a nuestra casa” y de verdad, eso no es nada más un decir. Se cumple. Nunca más te volvemos a invitar, es más te seguimos dirigiendo la palabra y las sonrisas alegres, pero ya no serás parte de los que uno invita a la casa y poco a poco se te van cerrando el círculo de amigos, porque esa manera de ser tan rara de no degustar sus alimentos es visto como algo desagradable, se tomaría como un desprecio a un gesto de amistad, fraternidad y solidaridad. Así es que si te invitan a alguna casa de esta gente tan especial nunca digas que no porque eso es más grave aún. Si aceptas la invitación recuerda que no puedes despreciar lo que te den, ya sea por dieta o porque no te gusta. Así es que todo lo que te ofrezcan va para adentro aunque después pases con la panza abombada como tambor de carnaval o el bombo de la cimarrona de Santa Cruz.

Tienes que comer y beber lo que te den y no te olvides de decir que rico, esto está delicioso. ¡Qué buena cuchara! ¿Me podría dar un poquito más?. Aunque después tengas que ir a la pulpería o a la farmacia a comprar esas sustancias efervescentes que no te curan pero te hacen eructar y sentirte mejor. Como me gustaría compartir con ustedes una fiesta cívica en Santa Cruz, para que vivan en carne propia el amor de un pueblo. Allí la veneración al santo milagroso, el negrito de Esquipulas se mezcla con lo pagano dando paso a las procesiones y a las oraciones, tanto como al jolgorio del baile, canto, comidas, bebidas y al amor.

Allí no hay diferencias de clases sociales ni razas ni religiones, pues durante el tiempo de fiesta todos somosiguales. Nos saludamos, abrazamos, conversamos, reímos, disfrutamos y por qué no, alguno que otro se “aprietan” dando resultado a nuevas
generaciones de seres humanos, a veces no tan negritos como los nuestros, ni tan blanquitos o “cheles” como los de otras provincias y de otros países, también algunos salen con un calorcito melado o “melao”. Muchos con su pelo de chorlito. Una enorme cantidad de amistades han nacido bajo el calor de esas fiestas famosas, inclusive una gran cantidad de matrimonios y uno que otro divorcio porque el jolgorio da de todo y para todos.

En esa parranda hasta la o el feito encuentra pareja, allí no se da aquello que decía un campesino de por allá. “Hombre jodido que tirada con nosotros los pobres hasta los guilas nos salen feíos, entonces se casan con pobres y hay va la pobreza de generación en generación”. “Quien sabe que negruchío y pobrecío puso la primera queresa en mi tatara tatara tatara abuela que no salimos de ser una familia de pobres.”. Una de tantas cosas buenas de estas fiestas es que durante su celebración no hay campo para la depresión, ni las tristezas, ni cabe aquello de: “Yo tan pobre no tengo ni para comer”.

Aquí la plata aparece de algún lado y todos disfrutamos del momento donde todo es alegría, carnaval y vacilón. En nuestras fiestas no hay tiempo ni espacio para la depresión. Todo lo arreglamos con música, una canción, el bailongo, un par de cuerazos y el vacilón. Por allá usted ve al patrón tomándose unos “guaremis” con sus peones como si fueran verdaderos amigos o familiares, por el otro lado bailando un rico (a) con una (un) pobre. Así es la cosa por estas tierras de Dios. En más de una fiesta no ha faltado un “zaguate” o una “zaguatona”que se haya enredado con alguien de la elite, lo cual ha permitido bajar a unos un poco de las alturas sociales y subir a otros unos cuantos escalones. Eso también ha facilitado la repartición del pastel de la riqueza, sin necesidad de llegar a la violencia como pregonan algunas ideologías nefastas.

Me parece que no hay mejor forma de distribuir los bienes materiales que por medio de la mezcla genética de ricos con pobres, lo malo es que cada día a estos últimos se les restringen más sus posibilidades, porque los hombres y mujeres se van volviendo más interesados (as)
y menos románticos (as), poniendo como primer requisito para iniciar una relación amorosa (más aún cuando se piensa en comprometerse bajo el alero del matrimonio), la condición económica: ya sea trabajo bien remunerado, propiedades, profesión o como decían antes, “dependiendo de la boñiga que haya en el patio de la casa”.

Hasta aquí llegó con estas reflexiones, recuerdos y anécdotas de mi amada tierra Guanacasteca, pronto saldrá un libro que estoy escribiendo, en el cual voy abrir el libro de mi corazón, alma y espíritu guanacasteco, para que el lector se deleite y valore o aprenda a valorar en su dimensión, la Anexión del Partido de Nicoya (hoy provincia de Guanacaste) un 25 de julio de 1824.

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