Un impresionante recorrido por el río Tempisque y sus alrededores

Por Solón Chavarría Aguilar, médico, escritor, político y diplomático

El río Tempisque nace en las faldas del volcán Orosí a 900 metros de altura y luego de serpentear 144 kms a través de las llanuras guanacastecas, desemboca en el Golfo de Nicoya en el Océano Pacífico de Costa Rica. Dejando durante su trayecto fluvial mensajes de vida, frescura, alegría, bellos colores, romance, sonidos agradables, paz y armonía donde la naturaleza con su extraordinaria belleza se convierte en un santuario lleno de amor sublime, cual obra maestra del Sumo Creador.

Cuando uno va navegando por las aguas prístinas y danzarinas de ese río bello y caudaloso nos percatamos que, todo lo percibido por nuestros sentidos es la expresión sublime de ese Dios que nos creó y nos da esos regalos envueltos en hojas y pétalos de múltiples colores y sabores de la mano del caudal de aquel majestuoso río que, durante su viaje sinuoso hacia el mar pacifico va saciando la sed y hambre de cuántos seres vivos nadan en sus aguas, llegan a su orilla o vuelan a su alrededor.

También los árboles de aquel bosque frondoso a través de sus raíces absorben el agua y nutrientes indispensables, para el mantenimiento de una naturaleza hermosa y vigorosa. También a pesar de que el río Tempisque no tiene pensamientos, ni sentimientos, con su agua cristalina envuelve a los seres humanos de bien con mensajes invisibles de agradecimiento, siempre y cuando el hombre le ayude a cuidar la naturaleza, extensión Divina del poder de Dios.
Sin embargo, en ocasiones cuando el flamante y romántico río se percata de las heridas proferidas por el ser humano a sus entrañas, de repente pareciera perder la paciencia que le embarga y se enfurece inundando las cosechas que el hombre necesita para subsistir, pero muchas veces el ser humano pierde el raciocinio y abusa de su poder yendo más allá, perjudicando así al hermoso y apacible río Tempisque.

Por todo lo anterior es que el equilibrio entre: el hombre, animales, árboles y río no se debería romper, más cuando es de sobra conocido que Dios nos dotó de suficientes neuronas para cuidar el Santuario terrenal dado en administración temporal. Un día de tantos durante la primera semana del 2024 decidimos hacer un paseo por el río Tempisque con mi esposa Elsie Víquez Vargas, nuestra hija Johanna, para lo cual nos comunicamos con el empresario Luis Roberto Clachar Rivas y el licenciado Santiago Osegueda Riso, líderes políticos de la región, para organizar un viaje en lancha.

Contamos además, con la colaboración del periodista José Manuel Peña Namoyure, quien nos contactó con el empresario turístico Wilmar Matarrita. También nos acompañó el empresario Mario Sibaja Guevara. Al final nos fuimos 4 grupos familiares. Describir el viaje es muy difícil porque fue tal el cúmulo de emociones que, da para escribir un libro: el majestuoso río, variedad de aves, árboles cualquier cantidad y variedad, agricultura para todos los gustos, personajes: sabaneros, peones, ganaderos, turistas, empresarios, choferes, boteros, cocineras, etc.

Animales ni se diga: garrobos, pericos, loras, lapas, pájaros cantores de distintos colores, ardillas, garzas, ganado vacuno y búfalos, caballos, perros, gatos etc. No podría dejar de mencionar a los admirados y temidos lagartos nadando plácidamente por las frescas aguas del río Tempisque y otros durmiendo en sus orillas soleadas, bajo los rayos de un sol brillante romántico y acogedor.

En realidad, es más el miedo que los seres humanos les tienen a los lagartos que, el verdadero peligro de estos animales. Pues si uno respeta su espacio guardando la distancia correspondiente, no hay problema. Es más, cuando el motor de la lancha suena esos bellos animales se consumen en la profundidad del rio y se alejan dándole el paso al disque amo y señor de la tierra. El hombre (Homo Sapiens).

Después solo se ven en las orillas del rio abriendo las fauces como diciéndole al intruso que se atreva a invadir su hábitat. Si te acercas mucho, te atienes a las consecuencias de tu imprudencia. “Aquí mando yo”. “En guerra avisada no muere ser humano”. “Quién dijo miedo estando el suelo tan parejo”. Miedo dan las carreteras de nuestro país donde hay más seres humanos muertos que en los ríos, incluyendo por supuesto el Tempisque e inclusive en las lagunas y los mares. Es más en nuestras casas, calles y lugares de diversión hay más muertos por drogas y sicariato.

En ese paseo a través del majestuoso Río Tempisque disfruté tanto que, no tengo como externar mis sentimientos. Es más, diría sin temor a equivocarme que ha sido uno de los paseos más lindos de mí ya larga vida. No tiene parangón. Aprovecho para contarles que más o menos a mis 3:1/2 años de edad, mi madre Clarisa Aguilar Raffo, mi padrastro Felipe Ortega Angulo y mi hermana mayor Clarisa Chavarría Aguilar, nos trasladamos en carreta de Santa Bárbara de Santa Cruz a Puerto Bolsón.

De allí viajamos en lancha por el Río Tempisque a Puerto Humo y de este lugar al puerto de Puntarenas y luego en una lancha más grande a Puerto Cortés, porque mi madre y mi padrastro fueron a buscar trabajo a aquel pueblo lejano donde estaba en su apogeo una empresa bananera. Es más, me acuerdo de ese viaje más cuando llegamos a Puerto Cortés. De la estadía en aquel pueblo y del regreso 1 1/2 año después me acuerdo más. Solo les pido que se imaginen lo que sentí en este viaje en lancha y llegar a Puerto Humo de donde salimos hace ya 73 años rumbo a Puerto Cortés. Se imaginan.

Fue algo impresionante. Para no olvidar. Nunca olvidaré este paseo tan lindo por el Río Tempisque que, me ha traído a tiempo presente tantas vivencias. Gracias Dios por haberme dado la oportunidad de vivir estos momentos tan placenteros por el río Tempisque y sus alrededores, acompañado por gente tan noble, alegre y amigable. También siendo atendidos por personas de la región: alegres, simpáticas, amigables, serviciales, respetuosos y muy
acogedores.

Hago un paréntesis para orar por las almas de quienes me acompañaron en aquel viaje náutico: mi madre, padrastro, hermana y el voyero Alfonso Ramírez (Poncho) y de regreso un año y medio después, acompañados con mi hermano Eithel Ortega Aguilar que nació en Puerto Cortés quien, también descansa en paz.

Prometo volver pronto (si Dios me da vida) con mi hermana menor Mayela Ortega Aguilar, nuestros hijos: Francina Chavarría Víquez y Solón Chavarría Víquez, nuestra nieta Deborah Chavarría Víquez, quienes en esta ocasión no pudieron acompañarnos. Estaba tratando de hilar mis ideas para describir ese paseo por el río Tempisque y al prender la TV me encontré en canal 13 un programa muy lindo, amenizado por la Marimba Orquesta Maribel de Santa Bárbara, con motivo de las fiestas cívicas de Santa Cruz de Guanacaste.

Lo cual produjo en mis fibras cardiacas y las neuronas de mi cerebro un estímulo extraordinario, expresado con aumento de mi frecuencia cardiaca, activación de mis neuronas y lágrimas cargadas de recuerdos muy sentimentales y espirituales. Cómo no me iba a poner sentimental, si las primeras marimbas de ese conjunto estuvieron guardadas en mi casa, allá en mi pueblo querido donde nací un 20/03/47 y el que tocaba la armonía de esa marimba era mi padrastro Felipe Ortega Angulo.

Además, el primer nombre que tuvo el grupo fue Marimba los Chemas y luego Marimba Orquesta Maribel. El grupo originario le puso el nombre de mi hermana Maribel, como agradecimiento a mi mamá quien fio en la Librería Lehman a los del conjunto, para que pudieran compraran algunos instrumentos
musicales nuevos y de moda. Yo diría que al transcribir todos estos recuerdos y vivencias tan bellas y sentimentales, no me ha quedado más que expresarlas por escrito y sellarlas con algunas lágrimas, para que perdure en la mente de los lectores de esta reflexión. “Los hombres de verdad si lloramos” y “Los médicos de vocación también lloramos”. Y “Guanacasteco que se jacte de ser muy macho, también llora”.

De verdad que el viaje que hicimos de Liberia hasta puerto Humo de Nicoya por el río Tempisque, entrando por Filadelfia, Ortega, Bolsón es sencillamente extraordinario, inolvidable. Quienes sigan mi consejo de hacer ese paseo, de seguro van a quedar muy encan tados y querrán volver. Es más se puede entrar por: Puntarenas, Abangares, Nicoya, Santa Cruz o Filadelfia.

El bosque es encantador, el río Tempisque precioso, la agricultura muy variada, varias lagunas de las cuales cuando uno menos espera se levanta una parvada de patos, garzas, piches. No faltan los congos y monos. La fauna es muy variada y extraordinaria. “Dos ojos no son suficientes para disfrutar de las bellezas de aquel paraíso terrenal”. También te pueden cruzar en bote a un lugar donde puedes deleitarte comiendo “gallina henchida (achotada) deliciosa”, para chuparse los dedos, arroz de maíz, pescados fritos muy ricos, frescos de frutas muy variados. Un cafecito para levantar un muerto. Unas
rosquillas y tanelas de la región que no tienen comparación.

Postres de mangada, cajetas, arroz con leche. Uuuuuuuummmm. Ricooooooo. Ummmmmm. Es más, si quieren quedarse hospedados unos días en Puerto Humo hay unas cabinas muy cómodas. Si están disfrutando de las bellas playas de Guanacaste o Puntarenas, no se olviden hacer un viajecito por el río Tempisque. Les recuerdo que este 25 de julio se cumplen 200 años de la Anexión o Agregación del Partido de Nicoya a Costa Rica y es digno recordar que, el auge del comercio de esta región vía Puerto Humo en el Río Tempisque y el Puerto de Puntarenas y Castilla de Oro en Panamá y Lima Perú, fue determinante para hacer realidad ese acontecimiento tan importante, para Costa Rica y el Partido de Nicoya y para la conformación de lo que hoy conocemos como Guanacaste. Demos Gracias a Dios.

Para cerrar con broche de oro esta reflexión sobre nuestro viaje por el majestuoso río Tempisque, les recuerdo que esta zona forma parte de las cinco zonas Azules del mundo, donde la gente vive más años y esta condición no solo se debe a sus genes, sino que también es muy importante lo epigenético: la cantidad y calidad de lo que comen en estas regiones, su nivel de la vitamina D en sangre, hacer ejercicio, hidratarse bien, no fumar, evitar el estrés, ser alegres, vivir en Paz, ser gregarios y muy espirituales.

En conclusión, los ticos y quienes nos visitan de otros países para vivir más y mejor, visiten las regiones de nuestro país donde más vive su gente, especialmente las regiones donde haya ríos, playas, bosques, comida criolla, sol, buena música y sitios donde orar. Especialmente en nuestra Zona Azul: Nicoya, Nandayure,Hojancha, Santa Cruz y Filadelfia

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