Todo el mundo pasa una mala noche de vez en cuando. Darle vueltas a los problemas o preocupaciones al final del día perjudica al descanso y especialmente al sueño profundo. Tal y como escribió Charlotte Brontë, “una mente agitada es igual a una almohada inquieta”. Un sueño nocturno de buena calidad actúa como reconstituyente.
Es más, es un hecho reconocido que dormir sirve de estímulo para el aprendizaje y la memoria. Más recientemente, algunos científicos han descubierto que la primera fase del sueño profundo de ondas lentas reviste suma importancia. “Si aprendes algo por la tarde, la información aprendida se reactiva durante el sueño”, señala Bjoern Rasch, profesor de la Universidad de Friburgo y participante del proyecto MemoSleep, financiado por Horizon.
El investigador suizo agrega que “los pensamientos negativos aumentan las interrupciones del sueño, nos hacen despertar más temprano de lo que queremos y provocan que nuestro sueño sea menos profundo”.
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