Desde que entró a la Universidad de Costa Rica, en 1970, conozco a Otto Apuy y le he seguido de cerca, como amigo y admirador de su trabajo, de creador literario y artístico incansable.
Exhibe en su frente una gran cantidad de reconocimientos, distinciones, menciones y premios por sus obras, y sobre su espalda un gran fardo de exposiciones, de libros publicados, de distintos géneros literarios, y de trabajos artísticos suyos en espacios y colecciones privadas, en el país y en el extranjero, como también en espacios públicos, para el deleite de quienes los contemplan, valoran y aprecian.
Ahora nos presenta una “maqueta” que muestra su acción conceptual de 1986 sobre el origen de la Bandera Nacional y siete piezas artísticas, con cuatro lados cada, correspondiendo a las siete provincias del país, en su estilo, desde hace muchos años, inconfundible, de figuras, formas y trazos geométricos.
Son veintiocho figuras que permiten hacer un recorrido por nuestro territorio, con sus símbolos provinciales, destacando en ellas los colores de la bandera de cada provincia, combinación de los colores verde, rojo, azul, blanco que destacan montañas, volcanes, agua, sol, cielo, paz, trabajo y sacrificio y construcción de la Patria. Una obra metafórica bellamente conceptuada.
200 años de construcción nacional
Para Otto su obra, “PATRIA VISUAL”, es “una acción conceptual sobre nuestros símbolos, la manera en que funcionan las imágenes y sus conceptos. Una experiencia pictórica donde se puede sentir en vivo las provincias, en sus colores y simbología e identidad, desde los aspectos semióticos, semánticos y cívicos.”
Es la primera vez que se presenta y se hace algo de ésta naturaleza, de un recorrido por los territorios de Costa Rica, con sus símbolos provinciales, con la autonomía de cada región, con su particular identidad y especificidad, y sus desarrollos autonómicos.
En el segundo año del Bicentenario es una pictórica reflexión, de estos 200 años de construcción nacional y evocación del tiempo trascurrido, desde los ancestros antiguos y precolombinos hasta nuestro presente tangible.
La Obra puede apreciarse por el orden visual de sus paneles provinciales o por el orden alfabético en que está organizada. Allí se muestra y aprecia la investigación visual, de los elementos básicos de la identidad captada de la Patria, por Otto, en sus provincias y zonas culturales. Alajuela, con su aeropuerto, con sus cultivos, con la presencia del arte de la pintura de las carretas de Sarchí, con el héroe Juan Santamaría.
Cartago, con sus cultivos, garantía nacional de verduras y hortalizas y de la soberanía nacional en este campo, con su Volcán Irazú, con la Patrona Nacional, la Virgencita de los Ángeles, la Patrona Nacional, y los representantes inevitables, en figuras estilizadas en azul de los romeros; Guanacaste, con su tradición precolombina que nos recuerda la influencia mesoamericana, de la geometría precolombina representando la serpiente emplumada y la cerámica indígena particular de la zona, la rica parte ecológica de la provincia, el Árbol del Guanacaste y sus semillas, los volcanes y los sombreros típicos de los sabaneros.
Heredia, con su Fortín, con sus casas de bahareque y adobe aún típicas y visibles en muchos pueblos de la provincia, con su Bosque de la Hoja, el café y las flores de los cafetales.
Limón, con sus bananales, las grúas de los modernos muelles, el mar, los barcos, el comercio y vínculo internacional que ello significa, la riqueza de los colores, manifestada en trajes, que nos recuerda la diversidad étnica y multi racial provincia.
Puntarenas, con su mar, sus olas, con la esferas que se atribuyen a la elaboración de las culturas precolombinas, y especialmente destaca, parte de las raíces de Otto, la presencia china o asiática con unas nubes “achinadas”.
Y San José, con su quiosco llamado Templo de la Música, del Parque Morazán, con la antigua Penitenciaría hoy Museo de los Niños, con el moderno edificio de la Asamblea Legislativa, y con la figura de La Fama que se luce en la parte superior de la entrada del Gran Teatro Nacional, así como una alusión simbólica al moderno Estadio Nacional.
Investigación profunda y mucha investigación
En sus veintiocho paneles provinciales de su Patria Visual, Otto nos ofrece un Mosaico artístico del país. Sin desprenderse de sus raíces chinas nos lleva en recorrido migrante por la Patria, la que hay que conocer, reconocer, aprehender y apropiar en la memoria
Es una mezcla de abstracción de ricos y vivos colores, que están muy presentes en toda su obra, de trazos y rasgos geométricos, de conceptos, de valores que no siguen un tradicional trámite interpretativo del desarrollo histórico,
Es su visión, su sensible apreciación fundada con estudios, investigación profunda y de mucho tiempo, para lograr esta síntesis artística, para darnos en cada panel provincial lo que él ha distinguido como lo esencial de este recorrido por la Patria, desde nuestra procedencia ancestral hasta la pertenencia actual.
Otto, como creador de artes visuales, integrador de visiones de la Patria, afirma una vez más su estilo, su obra, su trayectoria; una obra conceptual, abstracta, geométrica, retadora para quien la observa, provocadora de reflexión; disciplinado e innovador, con su propuesta artística nos provoca un desafío en el segundo año del Bicentenario de la Independencia.
Su trayectoria de comunicador, narrador, cuentista, poeta, escritor, ensayista, dibujante, grabador, escultor y pintor, se resume toda en la mezcla que nos ha hecho en su “Patria Visual”, destacando en trazo, y vivos colores, esa idea de la esencia de la Patria capturada, por él lograda; captada en las siete imágenes provinciales que nos presenta al deleite íntimo de cómo recibimos esta obra artística.
Es una obra de siete mundos provinciales paralelos, integrados en la vivencia de los colores y particularidades, que destaca del territorio artístico de la “Patria Visual” y nos propone para su contemplación y su aprehensión.
La obra une a todos los costarricenses
La obra “Patria Visual” nos provoca dimensionar el valor de la Patria, de su esencia, de ese ADN genético que los costarricenses no podemos renunciar y que sí debemos cultivar y enriquecer; de hacernos vivir en imágenes y sensaciones ese recorrido, como migrantes, desde el pasado hasta el presente por la Patria, del territorio fragmentado en sus siete provincias.
Es una propuesta de reencuentro con nosotros mismos, con nuestro destino común, con el conocernos a nosotros mismos, para pensar en cómo seguir construyendo, en unidad nacional, la Patria, la Nación, la Democracia costarricense, con sus Libertades y Derechos fundamentales.
La exposición “Patria Visual” es un canto a la diversidad y especificidad de cada región provincial fortaleciendo lo que nos une, lo costarricense, en aquellos elementos que Otto destaca de cada provincia como reconocimientos innegables, irrenunciables y nacionales.
En una obra en cierta forma de reflexión sobre cómo hemos construido la identidad y el ser nacional, una explicación de la esencia nacional desde la intimidad provincial o regional, donde de una manera muy fina nos transporta desde el pasado remoto hasta nuestra pertenencia actual.
Es en cierta forma también una iniciación en el culto que debemos tener y desarrollar por los valores patrios y en descifrar artísticamente, en sus principales elementos, lo que exalta a cada provincia, pero nos une a todos los costarricenses.
El creador guanacasteco costarricense, Otto Apuy Sirias, declarado recientemente, por la Asamblea Legislativa, “Ciudadano de Honor”; también “Maestro Consagrado”, declarado así por la Asociación Internacional de Críticos de Arte, nos distingue con su exposición y exaltación de la esencia costarricense y el alma nacional.
Aquí en su “Patria Visual” hay años de trabajo concentrados, de lectura, de investigación, de lenguaje artístico, de formación intelectual, de gran erudición artística plasmados en cada panel provincial.
Texto de Vladimir de la Cruz. Historiador. Miembro del Consejo Universitario y* Presidente de la Editorial de la Universidad Estatal a Distancia (UNED).
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