Guanacaste significa mucho y muy diferentes cosas para los ticos. Es el hogar de los compatriotas que habitan el antiguo Partido de Nicoya que durante la colonia alternaron en ser nicas, ticos o directamente relacionados con los chapines y las tierras que siempre fueron de nuestra provincia española. Es el folclor, las playas, los volcanes, la agricultura, la ganadería, las artes chorotegas. Es el gallo pinto, el coyol, el pinolillo, el arroz de maíz, la mazamorra, las rosquillas.
Para mi fue el deslumbrante encuentro con sus gentes y llanuras a mis trece años cuando por primera vez llegué, acompañando a Naranjo y a Guendel, dos valiosos mecánicos de Eric C Murray S.A. Íbamos en un camión de carga cargado de tuberías de aluminio, torres de irrigación y bombas de agua a demostrar los novedosos equipos de irrigación Wade Rain.
Después lo saboreé en la campaña política de don Mario Echandi en Nicoya, Santa Cruz, Filadelfia, Sardinal y Liberia.
De novio de Lorena, su familia me llevó en los viajes de trabajo de don Manuel Emilio Clare: Conocí la Planta Empacadora de Carnes, pernocté en El Bramadero, y nos bañamos en la Poza de la Catarata de El Salto.
En mi vida empresarial en Guanacaste aprendí de industria, de ganadería, de agricultura, y sobre todo aprendí a estimar y querer a su gente.
En medio de las tareas laborales aprovechaba viajar allá los fines de semana para poder disfrutar de su maravillosa naturaleza con Lorena y los hijos.
Pero me preocupaba y dolía que mientras nosotros podíamos tener vida de familia recorriendo a caballo las bajuras o las colinas revisando pastos, cercas y ganado, en los campamentos de las haciendas los sabaneros pasaban 15 días separados de sus familias. Las distancias eran muy largas, los caminos inexistentes. A algunos campamentos se debía llegar a pie o a caballo, para alguno se debía atravesar un río en una canasta suspendida en un cable, de un árbol en una orilla a uno al otro lado.
El turismo y el desarrollo vial trajo progreso a los trabajadores guanacastecos. Gracias a Dios ese progreso no ha sido solo material por mejores salarios y condiciones laborales. También lo ha sido para la vida familiar.
Hoy la mayor parte de los trabajadores en Guanacaste puede vivir con sus familias. Vivir cotidianamente el amor de su pareja, educar a sus hijos con la diaria convivencia, disfrutar de la relación tierna y constante con sus bebés, niñas, niños y adolescentes.
Claro que hay carencias en Guanacaste. Claro que desdichadamente hay familias en la pobreza, y en mayor proporción que en la Meseta Central.
Claro que debemos preocuparnos de ejecutar políticas públicas que lleven más progreso y desarrollo a esa muy querida provincia, y al resto de nuestras costas y zonas fronterizas que tienen aún mayores problemas que los de Guanacaste.Pero el progreso logrado por las familias guanacastecas en su bienestar económico y familiar me llena de alegría y elevo por ello mi oración de gratitud a Dios.
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