
La gestión de los gobiernos locales ticos está lejos de alcanzar niveles óptimos, de acuerdo con los resultados del Modelo Ciudades Inteligentes SCL (Smart Cities Latam), presentado recientemente durante el I Congreso Nacional de Planificadores Municipales. Según la medición, el promedio nacional en cinco dimensiones clave de gestión municipal es de apenas 3.1 puntos en una escala de 1 a 10, lo que se considera una calificación “medio-baja”.
La herramienta, aplicada por un consultor especializado y entregada al (IFAM, evaluó a los ayuntamientos, a través de 500 indicadores agrupados en 19 ejes, abarcando las áreas de gobernanza, desarrollo humano, ambiente, competitividad y planeamiento urbano. De las cinco dimensiones evaluadas, las notas más altas se registraron en gobernanza (3.8), desarrollo humano (3.4) y ambiente (3.2). Las más bajas fueron competitividad (2.7) y planeamiento urbano (2.6), según detalló la presidenta ejecutiva del IFAM, Marlen Luna. “Es un resultado que nos reta como país. Requiere fortalecer el rol de los gobiernos locales en el desarrollo territorial con más planificación, innovación y visión estratégica”, apuntó Luna durante la presentación de resultados.
Una evaluación en contexto
El congreso, organizado por la Escuela de Planificación y Promoción Social (PPS) de la UNA, tuvo como objetivo generar un espacio de diálogo sobre metodologías y aprendizajes, pero también sobre tendencias como la inteligencia artificial aplicada a la gestión pública.
Cinco retos urgentes para mejorar la gestión local
Los principales desafíos que enfrentan hoy los gobiernos locales, destacan cinco áreas críticas que requieren atención urgente:
1.Fortalecimiento de redes empresariales: la necesidad de impulsar el crecimiento de pequeñas y medianas empresas (pymes) a través de encadenamientos productivos locales, ya que estas suelen ser “el corazón económico de los distritos”.
2.Gestión de residuos sólidos: El país enfrenta un inminente cierre de varios rellenos sanitarios en los próximos tres años, lo que obliga a una reformulación de la gestión de residuos desde los gobiernos locales.
3.Acceso a agua potable y saneamiento: Persisten comunidades sin acueductos formales o con infraestructura obsoleta, lo que vulnera derechos fundamentales y representa un riesgo para la salud pública.
4.Atención a la infraestructura municipal: Desde la señalización hasta el estado de parques y caminos, la infraestructura básica impacta directamente en el turismo, la calidad de vida y la economía cantonal.
5.Gestión del riesgo ante desastres naturales: Con fenómenos climáticos cada vez más frecuentes, se vuelve imprescindible integrar la planificación territorial con políticas de prevención y resiliencia.
“Debemos generar conocimiento útil para tomar decisiones, evaluar políticas públicas, y trabajar de la mano con los distritos y barrios. Esa es la planificación que impacta el bienestar de la gente”, enfatizó Ulate. “La municipalidad no puede ser una oficina que solo reacciona a lo urgente. Debe ser una institución que piensa el futuro, que actúa con visión y que construye desde el territorio una Costa Rica más justa, sostenible e inclusiva”.
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