
En la Nicoya antigua, en 1929, nació doña Francisca Fabiana Sánchez Juárez, conocida cariñosamente como doña Chica. Desde muy joven empezó a familiarizarse en las labores culinarias, donde logró una experiencia de la cocina criolla con una cuchara digna de chuparse los dedos. En la cocina de leña, donde el sabor es muy original, hacía tamales, gallina criolla o henchida y todo cuanto registra el variado menú guanacasteco. Era un trabajo para ayudar a su esposo y atender a sus 16 hijos.
Con su gran experiencia, a los 46 años empezó a preparar alimentos para vender al público, en un local del famoso Tercer Frente, ubicado al costado oeste del actual aeropuerto. Sus primeros clientes fueron 25 estudiantes de Enfermería de la Universidad de Costa Rica, a partir de ahí creció la fama del negocio y empezó la afluencia de muchos comensales que hacían publicidad de boca en boca. Eso dio origen a la famosa Fonda (soda o restaurante) doña Chica el 18 de julio de 1975.
La olla de carne es plato insignia
La matrona y pulseadora, enseñó a sus hijos todos los secretos de la cuchara fina criolla y tras su retiro, ellos siguieron la tradición que se mantiene con una numerosa asistencia diaria, al costado sur de los Tribunales de Justicia de Nicoya. “Es impresionante saber que donde Doña Chica llegan clientes del pueblo, del resto de Guanacaste, del interior del país y de otros países, atraídos por la fama que se esparce permanentemente”, dijo a Anexión, Emilio Briceño Sánchez, quien junto a su esposa, Lilliana Montero Poveda, tienen a su cargo la administración de esa “reliquia culinaria auténtica guanacasteca”.
Todos los días a las 5 de la madrugada, los clientes entran a degustar el clásico gallopinto, las cuajadas, huevos de gallina criolla, chorreadas, tortilla palmeada, café chorreado, refrescos como horchata, resbaladera, tamarindo y chan. A partir de las 9 de la mañana, la gran novedad y demanda es la sopa de costilla de res, con todas las verduras, más conocida como olla de carne. “Podríamos decir que en Nicoya somos los únicos donde en una misma mesa comparten jueces, empresarios, trabajadores y trabajadores de empresas públicas y privadas”, indicaron Briceño y Montero. “Gracias doña Chica, que desde el cielo ve que el fruto de su trabajo hace 50 años, aún continúa con gran éxito”.
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