
Señor
José Manuel Peña
Periódico Anexión.
Mi muy estimable amigo.
Hombre Peñita, ya días ando cenceño con un gran pesar mi amigo. Si hom, hace unos dillitas voy sabiendo que nos dejó nuestro compañero Sergio Araya Duarte, aquel coterráneo de pura cepa que toda su vida vivió queriendo como nadie estas tierras benditas cabito. Comonó pápa, un cañero hijo del educador don Miguel Araya, gran maestro que dejo sus gratas enseñanzas en esta tierra nicoyana. Vea Cabo, a como le dije, este cañero, fino periodista guáscaro, famoso locutor de los viejos tiempos, se jalo una gran faena en la Nicoya de antaño mi amigo.
Yo recuerdo todavía güilita, que don Sergio muy amigo de mi pápa don Prudencio, a cada nadita llegaba por Matambú, buscando echar conversas de cuestiones varias de Nicoya, con la cosa que sabía muy bien de las grandes luchas comunales queran la gran pasión en la vida de mi pápa. Comonó pito, áhi lo conocí, era bastante joven, pero ya muy interesado y caviloso por las cosas del pueblo en aquella Nicoya vieja, en aquella Nicoya antañosa, aquella tan necesitada de mejoras en educación, en caminos, en salud y en agriculturas.
Si hom y a lo mismo, don Sergio siempre andaba buscado saber más de sus tradiciones, sus costumbres, sus historias y de su gente, como digamos dese gran calor que adorna sabrosamente el ser guanacasteco cuñao. Por cierto, mijo, a don Sergio se le miraba todos los diciembres en las actividades de la Cofradía tomándose sus tistes y sus chichemitos amen de sus buenas viandas y carnitas. Siempre fue un gran admirador de la Cofradía, vivía la tradición legítimamente con la cosa que sabía lo quera esa vetusta tradición y lo que valía para el pueblo nicoyano.
Comonó mi amigo, en veces cuando mi pápa bajaba al pueblo lo convidaba a la vieja Radio Pampa con la cosa diotra vuelta pegar bueyes con sus conversas. Si hom, don Sergio trabajó en la Radio Pampa de Pedro Arguello allá por los años sesenta. Uno siempre lo oyía con sus cuestiones en la Palabra de Guanacaste, un viejo noticiero del mediodía. Si señor, don Sergio era un locutor de primera línea. Fue uno de los más enconados defensores de la devolución de los terrenos peninsulares que malditamente a la pura buya le quitaron a Guanacaste.
Mi pápa don Prudencio le mandaba sus cartas y en la mayoría como le dije eran temas de agriculturas, caminos, educación, comunales, políticas y con gran fuerza las vainas de los recursos naturales que mucho lo desvelaban. No entendía como descuajaban los bosques y las montañas sin pensar en la cuestión del agua que se vendría con los tiempos malos. Yo más diuna vez le lleve las cartas para que las leyera don Sergio y se oyeran en toda la provincia y más allá.
Mire lo que son las cosas cabito, pero este servidor que le manda estos garabatos recogió la vaqueta y ya en los comiencitos de los años noventas, mucho tiempo después que don Prudencio partiera para las fincas del Señor, empecé a escribir cartas sobre mi Nicoya y la primerita que borronié se la mande al mismito don Sergio Araya cuando ya trabajaba en Radio Reloj. Si pito, recuerdo clarito que mi escrito se intitulaba “Cacho con Oreja”. Si cabo, áhi le decía de las fiestas de la Virgen de Guadalupe, de los Chorotegas y de la ancestral Fiesta del Sol.
Comonó pito, era para su gran Programa Costa Rica Campesina en Radio Reloj, una esperanza fresquita que como diría el compadre Cirilo, salía por los zaguanes etéreos entre las canfineras de la madrugadita. Por cierto, mi amigo, un trabajo tilinte que ya taconiaba más de los cuarenta años papito. Comonó mijo, un programa guáscaro cuñao, una fajina que luego anduvo don Sergio en Radio Monumental y últimamente en Radio Actual.
En los últimos tiempos áhi llegaba este servidor cuando iba a la capital y más diuna vez entre cabangas y realidades, echamos conversas de cuestiones varias, como digamos agriculturas, ambientalismos, historias y como siempre muy culturales y políticas cabito. A lo mismo siempre en sus programas tenía un campito para decir y recordar las costumbres y tradiciones de los pueblos guanacastecos.
Además, en las conversas le encantaba sacar ese viaje de dichos y refranes que caracterizan lo pintoresco y sabroso del habla popular guanacasteca. Comonó mi pápa, comonó. “Quedemos en un quedar” me decía, para fijar o convenir algo con toda certeza. Yo sabía que Sergio estaba enfermo. A pesar de todo siempre hablábamos de la salucita de ambos y últimamente por esas cosas y las tuerces la vida no tuvimos chance de vernos antitos y como siempre saludar al amigo y conversar de cosas varias. Si hom, cosas como los siembros y la comedera, vainas con su coro de vaivenes, cuestiones que tanto le preocupaban, entreveradas con el futuro cenceño que temía cundiera los campos
de todo del país. Pero la dolorosa noticia llego, apareció la cabanga por el amigo bueno, por el amigo sincero, por el coterráneo que nunca dejo de querer su tierra.
Nada es eterno en esta vida me dije, todo regresa al Señor. Si Peñita, estamos seguros que los buenos recuerdos del amigo siempre nos acompañaran, que Nicoya nunca olvidara aquel hijo francote y amoroso. En la diafanidad del Espíritu elevamos una humilde oración, elevamos una humilde plegaria por su descanso eterno y en silencio susurramos un hasta pronto querido hermano.
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