Esta bella tradición católica, llegó a Costa Rica traída por los Padres Franciscanos al Valle Central, durante la Época Colonial. Conforme avanzó la evangelización en los diferentes poblados, se fue extendiendo y enriqueciéndose con las tradiciones propias de cada pueblo. Así ocurrió en Guanacaste. Al rezo del Santo Rosario en honor de la Sagrada Familia, gfse fueron instaurando una serie de bebidas y comidas para compartir, basadas en el maíz, herencia ancestral aborigen.
Entonces las familias alistaban el maíz ya fuera pujagua o maíz blanco, para hacer la chicha y el chicheme. Las tinajas servían para guardar las bebidas y conservarlas frescas hasta el día de la celebración. Generalmente se hacía el 6 de enero, Día de la Epifanía o visita de los Reyes Magos al Dios Niño en Belén.
Las comidas siempre eran tanelas, rosquillas y empanadas rellenas de queso y azúcar. A diferencia del Valle Central donde el manjar preferido es el pan casero. Pero las estrellas siempre ha sido el chicheme y la chicha de maíz. Dulce para los niños o más fuerte, para los adultos. Recuerdo que mi abuela Ángela contaba, que su abuela, ponía el maíz en una lata de zinc a serenar en las noches durante varios días y luego lo molía en el metate, para preparar esas bebidas y así poder disfrutar el día del rezo. Mientras tanto, el horno de barro se encendía para que salieran las bandejas con los bizcochos olorosos.
Una enorme canasta de bejuco con un mantel blanco como la nieve, recibía los bizcochos tostados, se le hacía un nudo y se colgaba de un gancho de hierro que pendía de un horcón del techo. Lejos de los golosos que a veces inventaban poner un banco para darse un banquete, sin que se diera cuenta la abuela!
Cada año, muchas familias repiten la tradición y rezan en su familia o invitan a los vecinos. Si hay guitarra o marimba mejor! Rezadores no faltan en el vecindario. Cuando los caminos con olor a chan y bordeados de churristares azules, acompañan a los vecinos que van llegando a las bancas que se ponen en los patios… En mi casa, el chicheme dulce y aromatizado con jengibre, siempre lo hacemos, aunque no se ponga en una tinaja! Es en honor del Niño Dios, la Virgen y San José. Ojalá muchas familias no dejen perder esta tradición que refleja esa herencia colonial que le pone un tinte guanacasteco a la celebración.
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