Mi pintura: Bandera bicentenaria de Guanacaste

Otto Apuy. Periodista, escritor, escultor, poeta, pintor, orgullo de Guanacaste

Mi idea sobre una pintura emblemática del Bicentenario de la Anexión, no dista mucho de una bandera que realicé hace muchos años en el Parque Central de Liberia con la asistencia de doña Mélida Obando, en aquel tiempo fue hecha con jícaras pintadas. Este acercamiento lo tomo en cuenta para mi reflexión sobre la pintura que tengo en proceso, aunque el tema ya está concebido. Es la actitud creativa y mística. la que persigue expresar lasemociones de tal actitud. Con mucha coincidencia encontré un elemento que uniera las dos banderas de Costa Rica y Guanacaste. Fue un corazón, porque además es un motivo gráfico en algunas de mis pinturas. Me refería a que la figura de triángulo invertido en rojo, de la bandera, me inspiraba la forma de un corazón.

El concurso

Curiosamente encontré que la idea deldiseñador de la bandera era la misma que yo había tenido actualmente. Fue por medio de un concurso que se hizo en 1974 en que el señor profesor don Eddie Alvarado, residente en Tilarán, resultó ser el ganador. En este artículo incluyo una pequeña entrevista con él. Hasta hace muy poco fue que me pregunté quién había diseñado la bandera de Guanacaste, encontrando que en mis recuerdos de tiempos escolares y colegiales no existía la bandera. Realmente es bastante reciente, hasta me preguntaba cómo era posible no haberla tenido antes, cuando nos enseñaban los valores históricos de la hazaña de la Anexión.

La inspiración

Si tenemos conciencia de los límites, nos damos cuenta que son sistemas que nos rigen en la vida. Desde que nacemos estamos ubicados en un entorno al cual vamos accediendo conforme tenemos la noción de su existencia. Aprendemos que nuestro país y las provincias tienen trazados que lo definen y que llamamos frontera o límite. La etimología deviene de frontis, de frente, de muro o pared, o de punto que separa o detiene. Así nace la propiedad o pertenencia ––privada––individual que define la posesión de una porción de tierra y otra que es de todos sus habitantes. Es probable que fuese así desde la prehistoria, e inclusive se haya definido con la aparición de la agricultura o de lugares con excelentes condiciones para ello. También fue propicio para el desarrollo de la cultura y del sentido de lo suyo, de los lazos de unión de una comunidad, pequeña o grande. Quizá propició que el entorno definiera cuales eran los límites o sus conquistas. En algunos casos romperlos para definir otros, pero siempre existiendo sobre este borde delimitante: llegas hasta allí, eres libre pero dentro de un espacio. Así todo, hasta la política, los límites actuales son impuestos. La educación de tus padres cuando eres muy pequeño en un contexto determinado está regido por unos límites que deben seguirse.

Los bordes o superficie de mares, ríos o lagos tienen su límite vertical ––el nivel––, así como la atmósfera tiene el límite con la estratosfera. Y a veces el mismo peligro de perder una identidad es un límite. Y la vida tiene su límite. Estaba muy consciente que mientras
pintaba este homenaje a la bandera en el Bicentenario, dialogaba con mi memoria y algunos escritos sobre la Anexión, la mayoría publicados en el
periódico Anexión. Tenía al lado los colores primarios de la bandera, pero quería colores que hablaran, que no fuese meramente el debido color. Pensaba que si el verde estaba inspirado en la flora, pues debía acentuarlo con la gestualidad y la textura.

¿Cómo se fortalece una región activamente cultural?, pensaríamos que promoviendo las costumbres originales. No lo creo porque estaríamos separándolo ante lo nuevo y lo por venir, peor aun convirtiéndolo en algo que sirve para guardarse y sacarlo cuando son sus días celebrativos. Esto es un
poco la “limitancia”. La importancia de una celebración como “La Anexión” es hacia adentro y hacia afuera, no es un cuadro de costumbres, ni esta pintura, es una filosofía, un acuerdo ilimitado, que irá creciendo y desarrollándose con los años. El concepto mismo de “guanacastequidad” es parte de esta filosofía, que tiene un sorprendente inicio en la Gran Nicoya. Esto es limitancia, la retrospectiva heroica que nos impulsa en conjunto hacia el desarrollo.

Cuando pintaba este homenaje a la bandera guanacasteca también pensaba cuando se discutía la territorialidad de Guanacaste sobre las menciones limítrofes, en que Daniel Ortega, presidente de Nicaragua presentó un documento donde eliminaba la porción existente de Guanacaste, o la Península de Nicoya, con fines muy fáciles de adivinar. Eso nos hace pensar que existen los límites invisibles, una franja que es imaginaria, pero tiene sus equidistancias medidas por grados. Me sorprendía pensar esto mientras delineaba la geometría de esta pintura. El borde de los lugares.

Los límites y su “delimitación” son también en algunos casos invisibles, otras veces un río o lagos o el mar. En algunos lugares son la cultura o la lengua, y estos mismos son los ilimitados. La lengua española es ilimitada, así como lo es el inglés y otras lenguas mayores. Lo ilimitado vino a ser una característica de lo Universal y evolutivo. En antiguas culturas, por ejemplo, La Gran Nicoya, los límites entre Costa Rica y Nicaragua no existían como ahora, era una geografía definida por otras instancias históricas y culturales y desde luego la geografía.

Ya había terminado de definir los espacios emblemáticos y me gustaba mucho la síntesis de la pintura. Aquí es donde se comprueba la esencialidad de la bandera, y los límites mismos de su colorido, iguales excepto el verde. La Anexión del Partido de Nicoya fue una adenda a los límites de Costa Rica que la hicieron crecer de tamaño, y gracias a esto se pudieron conseguir muchas cosas incalculables. Lo importante es la que da el tiempo, lo que se ha logrado con la unión, con el conjunto del país. Esa es la historia más importante y lo que define ese corazón de la pintura. ¿Cuánto le ha entregado Guanacaste a Costa Rica?, eso es hermoso, y no se puede medir con monedas o ventajas bursátiles. Pero lo es en vicerversa, también lo recibido es invaluable, porque únicamente juntos ha sido posible el devenir histórico.

Los guanacastecos están orgullosos de los símbolos nacionales que son cultura nacional, y se reconoce como una gran deferencia. Poco antes de terminar esta pintura homenaje al Bicentenario, me vino a la mente una imagen esperanzadora: El peso de la cultura es la heredad ilimitada, lo infinito de sus cantos poéticos, de sus danzas ancestrales, de su cerámica pintada de Alta Cultura, de su ingenioso lenguaje de petroglifos, de sus sueños y aspiraciones, y desde luego su dinámica creatividad artística de nuestra contemporaneidad, porque, aunque es invisibilizado o desconocido, Guanacaste tiene una gran vitalidad en la poesía y la narrativa como nunca antes, igualmente en la música y las artes visuales y otras. Pero es algo por conocer. Es decir, acercarse a la celebración de este Bicentenario es apreciar su cultura contemporánea, como lo hacen las ediciones especiales universitarias como EUNED, UNA y la UCR. Y desde luego todos los cantones. Mi último pensamiento, porque uno piensa mucho cuando está pintando, es que esta pintura sea algún día la totalidad del territorio de esta provincia anexada con un gran corazón de pertenencia.

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