Por una cuestión de clima, jamás hubiera pensado que en Guanacaste iba a desarrollar ESA PAZ que me urgía encontrar. Los vacacionistas llevan tanta prisa por disfrutar esas playas maravillosas, que tal vez desconozcan LA RAZÓN VERDADERA por la que eligen esta provincia para relajarse y descansar, aún entre tantísima gente ruidosa en piscinas o tratando de huir de las olas. Dios me trajo a Guanacaste, para que experimentara un encuentro íntimo, sanador de mi espíritu y regenerador de mi organismo.
Y el milagro transformador comenzó apenas la ventana del bus me puso frente al cielo celeste sin nubes; a las extensiones de tierra abierta, permitiendo la majestuosa exposición del Miravalles, de El Rincón de la Vieja y un Tenorio apenas notorio, pero también asomándose…
RESPIRÉ PROFUNDO, LIBRE, UNA BOCANADA DE AIRE LIMPIO como nunca antes Todo mi ser físico experimentó una especie de apertura: áreas verdes interminables, donde luego descubrí ríos de aguas frías, cristalinas; cascadas y cataratas donde fui un mismo torrente fluyendo hacia ESE MAR DE HORIZONTE INVITÁNDOME A LA ESPERANZA RENOVÁNDOSE…
No conocía a alguien que me introdujera en grupos de desarrollo humano: pero cada día se me compartió la tortilla de puro maíz recién palmeada, con el quesito fresco o la cuajada; el fresco de tamarindo, el agua de pipa o de limón recién sacados de la refri, y que fueron agua bendita para menguar la sed
de mi organismo y la soledad de mi alma.
Con el cielo gris, a punta de tormenta y yo de llanto, floté en un mar de 4:30 de la tarde, como si fuera una laguna; y alabé a grito pelado a Dios por Su abrazo reconciliador, que me impidió hundirme en ese tiempo de duelo, desempleo y soledad profunda.
CINCO AÑOS VIVÍ EN GUANACASTE. La llegué a considerar LA TIERRA PROMETIDA. La reconocí como antesala del cielo : ahí volví a ser una con el árbol; la semilla me dio cátedra de germinación de El Plan de Dios para mí… Guanacaste fue el aula que EL Creador eligió para hacerme renacer en sencillez, creatividad, humildad y extraordinaria solidaridad de su gente: maestros de bondad que quedaron impresos en mi corazón.
El impacto de Guanacaste en mi vida ha sido tan fuerte, que cuando el corre corre sin sentido de otras ciudades quiere contaminarme de egoísmo, solo respiro profundo y pienso que estoy colgando en una hamaca entre dos palitos de mango bien sombreados, y vuelvo a recuperar ESA PAZ QUE SE VIVE EN ESA GUANACASTE, LA TIERRA PROMETIDA.
Be the first to comment