Como lo hizo en 1938, con la energía que se requería para enfrentar un sistema electoral que no concebía diputados por provincias, por lo cual, con su dignísimo “Partido Confraternidad Guanacasteca”, y el apoyo de miles de guanacastecos, para ser electo necesitaba sumar votos en todo el país, la voz del Dr. Francisco Vargas se tenía que escuchar como un trueno, desde Liberia hasta San José, centro del poder político.
Los cinco mil sabaneros, agricultores, peones, carpinteros, albañiles, zapateros, sastres, profesores, parteras, enfermeras, amas de casa, hacendados, mineros, y demás, que se reunieron bajo frondosos árboles en la Hacienda San Miguel, en Llano Grande de Liberia, aquella tarde del 9 de diciembre de 1937, fueron la energía que necesitaba aquel Apóstol de la Provincia de Guanacaste, aquel gran ciudadano, aquel abnegado galeno y, ante todo, aquel guanacasteco de pura cepa, que habiendo vivido desde niño la injusta realidad de sus coterráneos, comprendía que, para los grandes cambios que se necesitaban en pro de los habitantes de su provincia, era necesario formar parte del Congreso Constitucional de Costa Rica.
Estar donde, se tomaban decisiones pensando casi exclusivamente en los 124 mil habitantes registrados, la mayoría de la “meseta central”, donde “los cartagos” decidían por todo el país; por todo el desconocido país, mejor dicho. Y, así, logró sumar 4.678 votos (el 5,32 %), suficientes para que se le oyera, para que se enteraran que en aquel territorio que se había anexado a la Patria grande, también existían grandes necesidades que resolver, y que el Presidente de la República don León Cortés Castro, igualmente tenía que conocer. Que los miserables que acudían a él por curaciones, medicamentos y alimentos, merecían el trato que demanda todo ser humano.
Su pensamiento socialcristiano, de genuinas raíces ideológicas, sustentaba su humanismo, y lo movía por los caminos de la solidaridad, la hermandad, la fraternidad, que exhibía, sin egoísmo alguno, este Benemérito de la Patria. Desde ese centro de poder josefino, cumplió con su promesa de ser “el Puente a través del cual pasarán las nuevas generaciones”, al lograr abrir caminos materiales y de esperanza, orientados hacia mejores condiciones de vida para los suyos, para su pueblo guanacasteco.
“La medicina sin contenido moral no es medicina y la política sin contenido moral no es política”, decía, y así lo practicaba, siempre con la frente muy en alto. Además, gracias a su demostrado patriotismo, libre de localismos mediocres, fue tan importante su participación en el Congreso, como también, por invitación, en la Asamblea Nacional Constituyente de 1949, que, afamados historiadores, le reconocen su labor, como precursor de la transformación política, económica, social y cultural del país.
“Peones. Sabaneros. Agricultores. Ganaderos. Es la hora del sacrificio. El momento de nuestra redención ha llegado. Nuestra vida ha sido siempre: Trabajo y tumba prematura. Ahora debemos unirnos para que se nos trate como a los demás pueblos de Costa Rica. Queremos hospitales, carretera y segunda enseñanza, como las otras provincias. Hace 115 años vivimos en el abandono y miseria más absolutos. Hombres del Guanacaste: Ser o no ser. Guanacaste! ¡Levántate y anda…! ¡Abajo los traidores de las ideas de Cristo!”, clamó una y otra vez, este ilustrísimo congresista.
Hoy, dos siglos después de haberse dado la unión voluntaria del Partido de Nicoya al resto de Costa Rica, es nuestro deber recordarlo y honrar su memoria, preferiblemente, luchando por el bienestar, todavía no alcanzado, de sus hermanos guanacastecos. Y es que, hemos de reconocerlo, la belleza natural de la provincia, esconde tras de sí muchas injusticias, ante el inaceptable desdén gubernamental. La demagogia, que es quizá la forma más infame de corrupción, ha de sustituirse por las obras que promuevan el desarrollo, y con él, el combate al desempleo, y la miseria que desvela a las familias.
Para mayor desarrollo turístico, y no solo el concentrado principalmente en los cantones de Santa Cruz, Carrillo y Liberia, se requiere suficiente agua, para refirmar su importancia para la generación de empleo, ojalá con mejores salarios, especialmente para las mujeres. Por otro lado, cerca de 300 mil guanacastecos, sufren, casi cotidianamente, de la escasez de agua potable, que, como consecuencia, genera más pobreza y desesperanza, mientras hace imposible el trabajo eficiente de los acueductos rurales. Los cientos de fincas con vocación agrícola y ganadera, si pudiesen hablar, clamarían por agua para el riego de sus suelos fértiles, en extensiones cercanas a las 16.000 hectáreas. Agua que, en pocos años, sería el motor transformador de la economía, no solo de la provincia, sino del país en general.
¡Y es aquí donde el Dr. Vargas Vargas, levantaría su voz en pro de los guanacastecos! Y lo haría, porque jamás aceptaría pasivamente, que, pese a esas claras necesidades, no se haga el mayor esfuerzo, no se cumpla la prioritaria tarea, de vencer y convencer, a los que, desde posiciones de desdén y actitudes contrarias a los guanacastecos, no se suman a su histórica voz. Palabras orientadas a detener el desperdicio irracional, de millones de litros de agua dulce, que desde el gran embalse del P.H. Arenal, luego de generar electricidad, para todos los costarricenses, en tres plantas generadoras del ICE, fluye, casi sin ningún aprovechamiento, hacia el golfo de Nicoya.
Los activistas del “Partido Confraternidad Guanacasteca”, estarían en primera línea, exigiendo que se avance con el extraordinario proyecto, “Agua para Guanacaste” (Paacume), que desde el Senara (Servicio Nacional de Aguas Subterráneas, Riego y Avenamiento) está dando sus primeros pasos en las etapas de diseño y ejecución preliminar, pero que, el Dr. Vargas Vargas, apuraría, en vista del impacto positivo que tendría para su pueblo. Ese pueblo que sufre de pobreza extrema, cuando tiene en su tierra, a disposición, el recurso natural más valioso del planeta: el agua bendita.
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