Ante el Bicentenario de la Anexión de Nicoya

No hay indicios que se celebrará con la pompa histórica que se merece

Vladimir de la Cruz, Historiador, político, diplomático

 

Estamos a ocho semanas de celebrar el 200 aniversario de la incorporación del viejo Partido de Nicoya a Costa Rica, el próximo 25 de julio. De todas las fechas regionales, cantonales, esta es la única que se celebra nacionalmente, con todo esplendor y la bulla que merece. A tan pocos días de este importante acontecimiento pareciera en el ambiente que no hay nada, a la vista, que se oriente y disponga a celebrar la Anexión, como se le llama a esta fecha, con toda la pompa y fiesta que merece.

No dudo que, en los días inmediatos, las escuelas y colegios se pondrán en prácticas de desfiles y de actos conmemorativos para ese día, que caerá miércoles, y nada más. Pero, insisto, no hay nada anunciado, para estos dos meses, en actividades de foros, mesas redondas, conferencias, discusiones, eventos que nos permitan reflexionar sobre la importancia de la incorporación de Nicoya a Costa Rica.

Su impacto en la vida nacional, en la identidad, en el folklor, la gastronomía, la música, la literatura, la economía, en el turismo hoy, en su riqueza biológica, natural, en sus parques nacionales, reservas, refugios, sus playas, su geografía, en los sitios históricos asociados a Guanacaste hoy como la Hacienda Santa Rosa, cuna de la defensa de nuestra Soberanía, Independencia y Libertad.

En lo que conozco, la Editorial de la Universidad Estatal a Distancia y la Editorial Costa Rica sí han programado líneas de producción, edición y divulgación de libros relacionados con el Partido de Nicoya y la Provincia de Guanacaste, para este año y el siguiente. El vacío informativo que existe sobre esta fecha a 60 días de su celebración pone en evidencia el desinterés nacional que se ha venido estimulando en el proceso educativo, cultural y político del país por fortalecer la Historia Nacional, las tradiciones históricas y patrióticas, las celebraciones de las fechas que son hitos en nuestro desarrollo económico, político, histórico e institucional.

Es un reflejo de la castración mental que ha sufrido nuestra clase gobernante, cada vez más desnacionalizada y tendenciosamente apátrida, encargada de preservar y fortalecer estos valores y tradiciones, de cultivarlos y enaltecerlos, como elemento y gran escudo protector, frente al globalismo y las nuevas relaciones regionalistas internacionales hoy; de esa case gobernante encargada de la formación de los educandos y futuros ciudadanos. De ello son víctimas colaboradores inconscientes también los grupos sociales organizados, despreocupados de estos asuntos nacionales, especialmente los relacionados con el mundo laboral magisterial y de la cultura. Los partidos políticos por
oportunismo saludarán la celebración del Bicentenario de la Anexión, sin que por ellos fluya la más mínima gota de sangre nacional, y el más comprometido interés por los problemas de la Provincia de Guanacaste, como se celebra la Anexión del partido de Nicoya.

La integración total del territorio

La región hoy de Nicoya, y de la Península de Nicoya, fue avistada por el conquistador Pedrarias Dávila, quien impulsó expediciones desde 1518 hasta 1524, con las que recorrió Punta Burica, Golfo Dulce y el Golfo de Nicoya, en 1519. Poco tiempo después el conquistador Gonzalo Fernández de Oviedo escribe sus andanzas en la región “del Golfo de Nicoya y sus comarcas”, habla del Golfo, de las islas, describe a los hombres y las mujeres.

La región, a la llegada de los españoles, estaba ampliamente poblada, se extendía culturalmente en una sola área desde Nicoya hasta Managua, Nicaragua. Ricamente descrita la ciudad de Nicoya por los primeros conquistadores, de comunidades indígenas que practicaron la pesca con amplios conocimientos del mar, con las islas del Golfo pobladas. Desde el cacique Nicoya, en 1522, hasta la cacica Juana de Contreras, en 1760, ya con nombre españolizado.

La región fue la puerta de penetración de las empresas conquistadoras y colonizadoras. Se dice que Gil González pacificó Nicoya y bautizó, en 1522, más de 32.000 indígenas, cifra muy superior a la existente al finalizar la colonia en Costa Rica. En 1593 la Alcaldía Mayor de Nicoya se agregó a la Provincia de Costa Rica. Desde 1602 hasta 1786 la Alcaldía Mayor de Nicoya fue de nuevo autónoma respecto a Nicaragua y Costa Rica.

En 1769 se fundó el pueblo de Guanacaste (Liberia) y se erige su ermita. En 1772 se erigió el pueblo de Santa Cruz. En 1786, el 23 de diciembre, el Corregimiento de Nicoya o Alcaldía Mayor de Nicoya, fue nuevamente unido a la Provincia de Nicaragua, al ser incorporado como Partido a la Intendencia de León, creada como una dependencia político-administrativa del Reino de Guatemala. El 9 de setiembre de 1823 las autoridades de León igualmente conocieron el deseo de los nicoyanos de adherirse a Costa Rica.

El 3 de marzo de 1824 el Gobierno del Estado de Costa Rica propuso a la Municipalidad de Nicoya incorporarse a Costa Rica. El 4 de julio de 1824 la Municipalidad de Nicoya conociendo la invitación hecha por Costa Rica dispusieron unirse, y el 25 de julio los habitantes del Partido de Nicoya expresaron libremente su deseo de anexarse a Costa Rica, como ellos mismo lo manifestaron, “De la patria por Nuestra voluntad”, reconociendo ventajas de esa incorporación.

El 12 de setiembre de 1825 el Congreso Federal Centroamericano declara provisionalmente la Anexión del Partido de Nicoya a Costa Rica, ante solicitud nicaragüense de revocar dicha Anexión. El 13 de mayo, de 1826 la Alcaldía de Nicoya emite una declaración por la cual establece “el Partido legítimamente unido a Costa Rica”, y “la voluntad general de este vecindario es por la agregación al citado estado sin que haya un individuo solo que opine lo contrario”.

El 1 de octubre de 1826 la Alcaldía de Guanacaste (Liberia) reafirma por Juramentación la Anexión a Costa Rica. A partir de este momento prácticamente el Partido de Nicoya queda integrado totalmente a Costa Rica. En 1831 se le da él título de Villa al pueblo de Guanacaste, y en 1834 la totalidad de las municipalidades de la región, del Partido de Nicoya, aceptaban la incorporación al territorio costarricense.

En 1835 desapareció el Partido de Nicoya, dando lugar al Departamento de Guanacaste, que junto con los Departamentos Oriental y Occidental constituyeron la primera división territorial administrativa del país, que llegó hasta 1848, cuando se crearon las Provincias de San José, Alajuela, Cartago, Heredia y Guanacaste, y las Comarcas de Puntarenas y Limón.

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