Urgente atender la pobreza de aprendizaje de los estudiantes costarricenses

El 23 de abril, Día del Libro, es una oportunidad para reflexionar sobre el poder transformador de la lectura. En un mundo que avanza a pasos agigantados hacia la digitalización y el acceso instantáneo a la información, la lectura no solo se convierte en una herramienta esencial para el desarrollo cognitivo y emocional de las personas, sino también un pilar fundamental para la construcción de sociedades más justas, equitativas, informadas y críticas.

No obstante su importancia, Costa Rica enfrenta un reto crítico: atender la crisis de aprendizaje que afecta a niños y niñas de 10 años, acompañada de un déficit significativo en las habilidades de comprensión lectora de los adolescentes de 15 años. Este desafío nos llama a movilizar esfuerzos colectivos para revitalizar el hábito de la lectura y robustecer las capacidades lectoras de las actuales y futuras generaciones.

Declive en la competencia lectora

Los recientes informes del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA, por sus siglas en inglés) de 2022 evidencian el retroceso de la competencia lectora de estudiantes costarricenses de 15 años. No solo se registra una caída significativa de 11 puntos en el puntaje promedio de la prueba de lectura con respecto a la aplicación del 2018, sino también una brecha creciente de aproximadamente 67 puntos en comparación con el rendimiento promedio que alcanzan sus pares de los países de la OCDE .

Pero, ¿qué significa este descenso? Básicamente se traduce en una mayor proporción de estudiantes ubicada en los menores niveles de desempeño (I y II, de VI posibles[i]). Es decir, ha aumentado la proporción de estudiantes que solo pueden realizar lastareas más básicas de lectura como la comprensión literal de oraciones simples, identificar indicaciones explícitas donde quienes leen deberían enfocar su atención en los textos, identificar la idea central en un texto con longitud moderada y realizar comparaciones basados en una única característica del texto (OCDE, 2019).

Aunque el descenso en los puntajes afectó a la mayoría de los países que participan en estas pruebas, Costa Rica lidera el ranking entre las naciones latinoamericanas en la que más aumentó la proporción de estudiantes ubicada en los niveles más bajos de desempeño (gráfico 2). En la prueba de 2022, cerca del 77% del estudiantado solo fue capaz de realizar las tareas más básicas en lectura.

Lo preocupante de este deterioro es que empieza a gestarse desde edades tempranas en el sistema educativo, según el Noveno Informe Estado de la Educación. El 74% de docentes de cuarto grado que se encuestaron expresaron que la mayoría de sus estudiantes no son capaces de leer y escribir un texto simple a la edad de 10 años (PEN, 2023).

Las implicaciones de estos resultados son serias y diversas. Los bajos desempeños en lectura ponen en riesgo la trayectoria
educativa de la población estudiantil, dificulta el aprendizaje de otras competencias claves (entre ellas la competencia matemática, científica y digital) y obstaculiza el desarrollo personal y profesional futuro de las personas.

Incentivar la lectura desde las aulas y los hogares costarricenses

En un contexto educativo y formativo, la escuela y la familia han de trabajar juntas en beneficio del desarrollo integral de los
niños y las niñas. Parte de ese desarrollo se logra mediante el trabajo coordinado entre el dúo escuela-familia. La familia se concibe, en el ambiente educativo, como un pilar que acompaña, da seguimiento al trabajo escolar, refuerza positivamente los aprendizajes logrados por sus hijos e hijas y forma en hábitos y valores.

La escuela, por su parte, asume los procesos de enseñanza y aprendizaje consignados en los programas escolares. Las competencias básicas de la lectura y la escritura constituyen aprendizajes presentes a lo largo de toda la escolaridad, por tanto, cada grado escolar será la base del siguiente. Así, los programas de estudio incorporan, de forma gradual, el nivel de avance requerido año tras año.

La escuela, por su parte, desarrolla los conocimientos y habilidades necesarias para la apropiación de lectura y escritura; la familia refuerza, por medio del acompañamiento, la resolución de las tareas escolares, la adquisición de material de lectura, la postura propositiva hacia el trabajo escolar, la motivación sobre el valor de la educación como un bien cultural y personal, brinda apoyo emocional y potencia el empoderamiento del sentido de capacidad del escolar: lo que no se logró hoy, se logrará mañana.

FUENTE: Estado de la Nación

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