La fonda de Esperanza Zumbado en Las Juntas de Abangares

Por Eliette Montoya Gamboa. Docente, escritora y empresaria

Una mujer bajita, simpática y excelente cocinera, fue Esperanza. Ahí en la Calle del Comercio, aledaña a la actual Soda Golosina, tuvo una fonda con una enorme ventana y dos puertas al frente del Cine Avancari. Años dorados de los cincuenta y sesenta, cuando hubo dos cines en Las Juntas…

Desde la cocina de leña, salían deliciosos aromas hasta la calle, invitando a los transeúntes a degustar su especial cuchara. Mesas con manteles coloridos de cuadros y mecedoras de cuero donde descansar, hacían su emprendimiento uno de los mejores del poblado. Sus noches eran arrulladas por el impetuoso río Abangares y gozaba de los trinos de pájaros cada madrugada. Moler el maíz para las tortillas, cocinado con ceniza desde la noche anterior, sabiendo que sus primeros clientes llegarían muy temprano.

Cuando Anais Esquivel, la esposa de Porfirio Aguilar, el dueño del Cine Río, tuvo instalado un molino grande para el servicio de la comunidad, pudo Esperanza descansar de la molida de su blanquito maíz! Eran largas las filas cada mañanita, esperando el turno de la molida. Tiempos en que había muchas mujeres que molían sus tortillas para vender.

Entonces, en aquellos años, el hijo de Esperanza, Hernán, regaba la calle con el agua fresca del caño, que impetuoso pasaba incesante sin que nadie se sorprendiera. Sin duda, un sello de aquellos años en Las Juntas. Cómo era la regadera? Un palo de escoba servía para colocar un tarro que se fijaba con un clavo y estaba listo para echar agua y que el viento norte no levantara polvo, que podía ir directo al plato de sopa de algún comensal.

En otra historia les conté, que los cuáqueros que viajaban desde Monteverde bajando por las cuestas interminables de la Altura de Abangares, preferían comer delicioso y barato donde Esperanza. Siempre llamó mi atención verla con su eterno delantal, conversando con los que llegaban a almorzar. En ese entonces, los vecinos de lugares cercanos, dejaban sus caballos amarrados en un hermoso árbol de mango a la vera del puente del Abangares, mientras hacían sus compras…

Y Esperanza conservó amistades con sus vecinos y cuanta persona le conoció o fue su fiel cliente. Tenemos recuerdo cariñoso de su fonda, al lado del antiguo Cine Río (hoy iglesia protestante), que es parte de nuestra histo ria. Solamente el deterioro de su salud, le exigió cerrar su fonda para siempre!

Para ella, la de la fonda hermosa, de madera y pintada de rosa, es el homenaje de nuestra página, por ser una mujer ejemplo de tesón y esfuerzo!

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