Así lo informó el alto prelado, Manuel Eugenio Salazar Mora, en un mensaje muy realista y a veces dramático, acerca de lo que fue su vida desde niño y como con fe en Dios, logró convertirse en sacerdote y luego por la generosidad y voluntad Papal, convertirse en el Pastor de los guanacastecos.
¡65 años gracias a la Misericordia de Dios!
Hoy doy infinitas gracias a Dios y la Santísima Virgen María por haberme permitido llegar a los 65 años de vida. Para los jóvenes soy un viejo! Para los mayores soy un chiquillo!
Mi infancia fue muy dolorosa por todas las consecuencias de un padre alcohólico, entre ellas: Ver a mi santa madre sufrir. No tener un papá. Pobrezas económicas. Marginación social. No buena alimentación.
¡La fe cristiana nos salvó!
Desde niño sentí el llamado al sacerdocio y lo seguí. Dedicar mi vida a servir desde el ministerio, me ha hecho feliz y espero haber hecho el bien. He sufrido, pero más he sido feliz. No soy perfecto (nadie lo es) y desde mis limitaciones he tratado de entregarme. Llego a los 65 con salud básica y doy gracias por ello. De aquí en adelante cualquier cosa es ganancia. Nunca he tenido miedo a la muerte: pues me espera la verdadera vida, gracias a la Infinita Misericordia de Dios.
Sólo pido un poco más de salud, para servir a mí pueblo por los próximos diez años que me quedan de obispo activo (¡pensión a los 75 años de edad!). Gracias a todos por su aprecio, amor y oraciones. Pido perdón si alguien se ha sentido ofendido por mi pobre persona. Mi futuro epitafio: “¡Un pecador que se abandonó a la Infinita Misericordia de Dios y trató de amar!”
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