En el mes de julio, todo el país está de fiesta. Por todos los rincones de la Patria se escuchan las retahílas y los uuuyuyuy bajura y más retahílas y de vez en cuando, el pegajoso “puerta carajo”, se escucha en las plazas de toros.
Las escuelas y colegios, de toda la geografía nacional, se engalanan con motivos y banderas tricolor del Guanacaste y Costa Rica. Los niños y adolescentes se preparan para celebrar con inmensa alegría la fiesta del Guanacaste.
Los muchachos y muchachas se acicalan con sus camisas y blusas blancas y sus pantalones azules de mezclilla, sus enaguas de colores intensos rojos, verdes y amarillos, un buen chonete de lona y pañuelo rojo y azul al cuello. Todos quieren cantar el Punto Guanacasteco, los más chiquitillos aprenden Pasión y cantan Pampa. La patria está de fiesta porque su corazón está de fiesta, el alma nacional, Guanacaste.
Eso es, el alma nacional es Guanacaste, un sentimiento que nos embarga y nos oprime el pecho cada 25 de julio.
Surge con fuerza el guanacasteñismo, una emoción profunda que está arraigada en lo más íntimo de la idiosincrasia costarricense, en la razón de ser de este hermoso país. Para explicárselo a un extranjero, le diríamos que es una excitación, una alegría, una contentera que nos embarga y que nos hace buscar a otros para reunirnos, para celebrar, es una sensación de gozo compartido.
Para los que tuvimos el privilegio de haber vivido y trabajado intensamente en Guanacaste, esta emoción la experimentamos diariamente. No hay día que nos se nos venga un recuerdo de una fiesta, de una amistad, de una alegría, o de una enorme tristeza cuando ocurrieron las desgracias. Todo se celebra, todo es motivo de congregación y vivir la vida juntos en comunidad. Esa es una de las más lindas enseñanzas que aprendí en mis años en Guanacaste.
Esto no quiere decir que las cosas sean fáciles, ni que todo es bonito y perfecto, ni mucho menos. La enorme diferencia, es que cuando las cosas están para alegrarse, nos alegramos; cuando las cosas están para esforzarse, madrugar cada día, trabajar en el campo bajo el ardiente sol de la pampa, ordeñar cientos de vacas, ahí estaremos; cuando las crisis aparecen, nos uniremos solidariamente, para compartir las tristezas y las amarguras que da la vida.
¡Qué grande es Guanacaste ¡
Costa Rica sin Guanacaste no se entiende, Costa Rica sin Guanacaste no existe, Costa Rica sin Guanacaste no es.
El ser de la nacionalidad costarricense se nutre diariamente de la idiosincrasia guanacasteca, de su naturaleza, de su gastronomía, de su amistad y su autenticidad.
En este nuevo aniversario de la adhesión, de la integración del partido de Nicoya a Costa Rica, celebremos el aporte que cada día hacen nuestros hermanos guanacastecos. Aunque no pueda ir todos los años, en el fondo de mi corazón sé que allá en el norte, en un rinconcito de un cerro o de una playa, o en un lindo potrero junto al río, ahí está el Guanacaste del alma mía.
Cada vez que alguien se sienta confundido o extraviado y no sepa hacia dónde va el país y qué futuro nos espera, vaya a Guanacaste, quédese una semana en Quirimán de Nicoya, vaya a Cartagena de Santa Cruz, quédese unos días en Paso Tempisque o en Guardia y recuperará el sentido.
Amanecer en el campo guanacasteco es llenar de energía y optimismo los pulmones y el corazón. Disfrutar de un amanecer en Nicoya es una experiencia incomparable que no tiene relación con ninguno de los placeres del extranjero. Ese olor a tortillas palmeadas recién hechas, ese olor a humo de las cocinas de leña, ese olor a vacas de ordeño, a gallinas comiendo, a chanchos corriendo por los patios, nada en este mundo nos amarrará más al suelo nacional, a nuestra identidad de nación.
Los políticos con mucha frecuencia pierden el norte, se extravían y empiezan desvariar, a hablar de una Costa Rica que no es la nuestra, de una Costa Rica sin solidaridad ni comprensión de la palabra TODOS. El inmenso aporte del Dr. Calderón Guardia, de don Pepe Figueres, de don Otilio Ulate y de don Manuel Mora, es que ellos pensaron que si la educación era buena, entonces que fuera para todos; que si la salud era buena, entonces que fuera para todos; que tener casa era bueno, entonces que lucháramos para que todos tuviéramos casa. Cuando los políticos y la clase dirigente y empresarial del país pierden el sentido de la ubicación, hay que llevarlos al Guanacaste profundo para recordarles de dónde venimos y para adonde queremos ir.
Eso es lo que es Guanacaste, un repositorio de valores y principios de Unidad Nacional, de Solidaridad entre todos los grupos, de Universalidad de los servicios y la Protección Social, de Justicia que tienen que ver con el bien vivir, con la paz y la tranquilidad que hemos heredado de nuestros padres.
En este nuevo aniversario, me sale un güipipía del puro corazón.
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