
Desde el Adriático (Croacia), se escucha el eco de una muerte en mi pueblo… No es un lamento, ni un adiós que se esfuma en el viento, es la resonancia profunda de una vida sembrada en silencio y florecida en ejemplos que no mueren. Doña Gina Acevedo no ha partido, lo SÉ porque ha sido sembrada en la memoria de su pueblo como se siembra
el maíz con fe, como se canta la patria con voz de madre en el mes de nuestra provincia!
Maestra de generaciones, pintora de almas, sembradora de cultura, custodia del folclore que nos da raíz y vuelo, ella supo conjugar la vida como se conjugan los verbos nobles… Amar, enseñar, resistir, crear, cuidar, servir. Fue también, con orgullo lo digo, maestra de mis dos hijos, que orgullo! Y sé que en sus memorias de infancia su figura está grabada con ternura y respeto, como solo puede marcarla una educadora verdadera, de esas que no enseñan solo letras, sino dignidad, bondad y amor por la tierra.
De esas educadoras que ya casi no hay! En su andar sencillo cabía un pueblo entero, nuestro Cañas, nuestro Guanacaste! En su voz, habitaba la ternura que corrige sin herir. En sus manos, la dignidad de quien no exige honores, pero los deja sembrados como migas de pan sobre el camino… Y eso se llama humildad! Fue madre dos veces… De sus hijos, en la intimidad del hogar; y de su pueblo, en las aulas, los bailes, las causas, los pinceles. Hoy, desde lo alto, quizás ya danza con Albán en el salón celestial donde los justos celebran…
Él, el buen amigo de tantos, ella, la dama que supo ser faro sin quererlo. A sus hijos, el consuelo de haber sido criados por una reina sin corona que vivió como se debe vivir… Con coraje suave, con firmeza dulce, con la frente limpia. A su pueblo, Cañas, el deber de recordarla, no solo con lágrimas, sino con obras… Porque el buen ejemplo no se llora… Se imita! Y si algún día pasa por su tumba un caminante…
Que aún duda del valor de la educación, la cultura o la humildad, que se detenga a leer, y comprenda que hay vidas tan grandes que ni la muerte puede borrar. Mi epitafio en su honor póstumo…“Aquí descansa doña Gina Acevedo, alma viva de la enseñanza, brillo sereno de la cultura, orgullo eterno de su gente Guanacasteca. Y desde aquí, aún enseña.”
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